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He was the kind of young man whose handsome face has brought him plenty of success in the past and is now ever-ready for a new encounter, a fresh-experience, always eager to set off into the unknown territory of a little adventure, never taken by surprise because he has worked out everything in advance and is waiting to see what happens, a man who will never overlook any erotic opportunity, whose first glance probes every woman's sensuality, and explores it, without discriminating between his friend's wife and the parlour-maid who opens the door to him. Such men are described with a certain facile contempt as lady-killers, but the term has a nugget of truthful observation in it, for in fact all the passionate instincts of the chase are present in their ceaseless vigilance: the stalking of the prey, the excitement and mental cruelty of the kill. They are constantly on the alert, always ready and willing to follow the trail of an adventure to the very edge of the abyss. They are full of passion all the time, but it is the passion of a gambler rather than a lover, cold, calculating and dangerous. Some are so persistent that their whole lives, long after their youth is spent, are made an eternal adventure by this expectation. Each of their days is resolved into hundreds of small sensual experiences - a look exchanged in passing, a fleeting smile, knees brushing together as a couple sit opposite each other - and the year, in its own turn, dissolves into hundreds of such days in which sensuous experience is the constantly flowing, nourishing, inspiring source of life.
Stefan Zweig
(…) Esos silencios de complicidad crean lazos, conexiones tan fuertes que ni las palabras podrían. Y en realidad no quería lazos con nadie, nada, él solamente era el hijo de mis vecinos, los amigos de mis padres, amigo de mi hermano…
Isa Quintin
¿Por qué poner tanto empeño en que yo le perdonara? ¿Realmente le gustaba tanto? Es decir, ¿yo era su es para tanto?Que no era falta de autoestima, era la antesala a reconocer que yo no podría ser lo que él quería que fuera o, pensaba que era.
Isa Quintin
Grace me dijo eso de que los abogados no saben de amor, menos uno de divorcios.
Isa Quintin
Pues eso es querer a alguien, no podemos evitar sufrimientos, solo esperar, desear lo mejor a futuro, pero si no resulta; estar ahí, callar y brindar un abrazo.
Isa Quintin
—¿Qué quería? —dije tan fresca como pude. Pero sin mirarla, sin girarme.—Supongo que hablar contigo, justificarse el muy gilipollas —Grace lo odiaba y de su odio hay que cuidarse. Si quería vengarme de Marc solo debía asentir y ella lo entendería. En dos días los medios hablarían de cualquier cosa que lo desprestigiara y estaría acabado. No era la periodista de más peso, el periódico del que era editora era muy respetable. Pero ella no iba a exponerse, la chica tiene enchufe. Que lo diga yo que gracias a sus contactos trabajaba donde trabajaba.—Ya. ¿Qué le dijiste?—Que se largara si no quería que clavara el tacón de mis zapatos en sus elitistas y traicioneros huevos.Tragué saliva, casi me reí.Era capaz, de Grace me esperaba todo.—¿Qué zapatos tenías?—Unos Louboutin muy puntiagudos.Imaginar la escena me hizo gracia. Seguro que Marc le miró los zapatos primero.—Los únicos que tienes e ibas a perderlos así…—Nunca podrían haber sido mejor usados, te lo aseguro.—Imagino que tu amenaza lo mantendrá a raya —soné muy borde, no era mi intención. Tampoco la de retractarme.—No lo sé, pero Salo se encargó de darle un par de dolorosas razones para no volver. Aunque ya sabemos que el cabrón tiene más cara que espalda.
Isa Quintin
El amor es un camino que se recorre a ciegas, ese es el truco. Cuando abres los ojos, cae el velo y desaparece la magia.
Isa Quintin
De los extraños que no lo parecen, líbrame Dios. Que de los conocidos me libro yo.
Isa Quintin
Le golpeé el abdomen mientras me reía.—¿Por qué eres tan cruel?—Porque si te digo que todo estará bien, te estaría mintiendo. Es lo lógico que extrañes a alguien que quisiste tanto, con quien compartiste parte de tu vida y frente a quien te desnudaste y no me refiero solamente al cuerpo. Pero es la forma en la que tu cerebro procesa la ausencia, vas a estar triste, tendrás recuerdos, añoranzas, maldecirás y te mentirás para sentirte mejor. Debes vivirlo, dejarlo salir, gritar, llorar… sacarlo de ti. Pero, lo peor que puedes hacer es darle más importancia de la necesaria. No te encierres ni te aísles. Habla, con tus amigos, conmigo o con los gatos. —¿Quién eres? —Le puyé el brazo.—La respuesta a tu S.O.S. Tu rescatista. Vamos.
Isa Quintin
—Soy tu héroe, ya lo comprobarás. Y eso que es algo que no buscaba.—No te creas tan indispensable. —Di un paso atrás al retomar la postura y me encaminé a la salida. El paseo había terminado.—¿Sabes lo que dicen del destino?—No.—Que no puedes huir de él.
Isa Quintin
—No te disculpes por besarme —me ruboricé enseguida—. Hay un millón de cosas malas que requieren una disculpa, pero un beso no es una de ellas. Nunca un beso puede ser una herida, un beso dice más que un montón de palabras. Y parece que lo que querías decirme no encajaba en ninguna frase, no te preocupes, entendí todo lo que tus labios le dijeron a los míos.
Isa Quintin
—Te traje algo que te va a hacer alucinar.—No le entro a las drogas. —Fingí enfado y junté las cejas.—Nunca dejas de estar a la defensiva.—Culpa a tu amigo que me enseñó a estar siempre “en guardia”.—Prueba esto y terminarás amándome.—Ten cuidado con lo que deseas, chato. Porque soy de las que lleva el amor a los extremos.—Una chica intensa y peligrosa.—Ya ves que me paso la vida entre el nunca y el siempre.
Isa Quintin
No me podía engañar, no cuando apenas si lo nombraba con Marcelo porque necesitaba decir su nombre, volver a acariciarlo en mis labios. Sentir que aún me quedaba algún derecho a sentir mío lo nuestro solo con hablar de lo que fue nuestra relación. Algún día dejaría de hacerlo, algún día dejaría de hablar de él cuando nadie me escuchaba. Solo era un ítem más a mi lista de tareas. Todos estamos llenos de olvidos pendientes.
Isa Quintin
Solamente esperaba a que mi piel fuera otra, una nueva. Otra para volver escribir sin ecos del pasado.
Isa Quintin
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